La historia de las lámparas de araña se remonta a siglos pasados, cuando no existía la iluminación eléctrica. Por aquel entonces, se utilizaban sobre todo velas, aunque la instalación y puesta en marcha con bombillas convencionales y otras fuentes de luz eléctrica es, por supuesto, mucho más segura y, por lo tanto, hoy en día se prefiere casi exclusivamente. A pesar de que las lámparas de araña tienen una historia tan larga, no parece que nos hayamos hartado de ellas, ya que son capaces de proporcionar un brillo y un resplandor magníficos que nunca dejan de fascinar y seducir como casi ninguna otra fuente de luz. La lámpara de araña Mérida tiene unas dimensiones tales que también puede integrarse fácilmente en espacios privados. La pantalla está hecha de acrílico transparente con una superficie pulida y crea ese brillo familiar en cuanto entra en contacto con la luz, reflejando los rayos de luz con un efecto glamuroso. Por tanto, Mérida es un complemento duradero y eficaz, sobre todo en el comedor, que hace que el ambiente parezca unos matices más sofisticado.